El cadete 2002 está realizando un notable inicio de liga. A pesar de la derrota en la prórroga ante ADB Colindres de la última jornada la sobresaliente progresión del equipo está dejando boquiabierto a todo el panorama regional. Trabajo y más trabajo es el sello indiscutible de la mejora. Larry Bird, uno de los grandes jugadores de la NBA, lo resumió del siguiente modo: “Es curioso, cuanto más entrenamos, más suerte tenemos”.
La Escuela Municipal de Piélagos aboga por recuperar la cultura del esfuerzo. Es el único camino para desarrollar el talento, para ser competitivo como persona y como deportista. No existe gran jugador de baloncesto que no tenga detrás de sí muchas horas de entrenamiento. Saber esforzarse es muy importante porque las verdaderas metas no se pueden conseguir sin esfuerzo.
Nico García ejemplifica en la dirección del grupo del 2002 estos valores insoslayables en el deporte. Está siendo un ejemplar guía del joven entrenador Pedro Castro que da sus primero pasos en los banquillos, siendo una auténtica revelación por su devoción, entrega e implicación con el club. La tercera pieza del cuerpo técnico es Valdi Orlov, jugador del conjunto EBA que aporta su experiencia en categoría nacional.
Compromiso de los jugadores, familias y cuerpo técnico
Los jugadores comienzan a vislumbrar los beneficios constantes del trabajo duro diario. El impresionante crecimiento de jugadores como Jaime Hernando, Álvaro Hernández, Raúl Quevedo, Pedro García, Iván Menchaca, Saúl Plaza, Adrián Cossio, Daniel Arribas o el lesionado David Quintana (esperemos una pronta recuperación) estimulan la dedicación del staff técnico.
En pleno proceso de adaptación se encuentra el talentoso pívot Pablo Tezanos que cada semana incrementa su nivel de juego. Cuando estás rodeado de jóvenes deportistas que comparten un compromiso apasionado en torno a un propósito común, todo es posible. Ante un equipo así hay que recordar que los grandes cambios no suceden de inmediato, pero con esfuerzo incluso lo difícil se puede volver sencillo.